El hormigón ha venido siendo durante décadas el material de construcción más estrechamente relacionado con el desarrollo. Se ha estado utilizando para la expansión de las ciudades y para reducir la tasa de pobreza extrema. Tanta es así que desde mitad del sigloXX se multiplicó por 8 la producción de acero, y por 25 la de cemento. Pero este crecimiento no fue homogéneo en el mundo. Por ejemplo, en China se llegó a fabricar más hormigón en 3 años que durante todo un siglo en los EE.UU., según se refleja en la siguiente ilustración.
Es posible ser aún más gráficos y comparar el skyline de Shanghái del año 1987 con el de 2013. Veremos que la diferencia no solo es brutal, sino que se ajusta a lo que se ha dicho un poco más arriba.
Pero este desarrollo tiene un alto coste para el medio ambiente. La construcción de edificios e infraestructuras hace que aumente la fabricación de cemento Portland, y la consiguiente emisión de CO2. Hay estudios que indican que simplemente la industria de la construcción es responsable del 40-50% de todos los gases efecto invernadero. Es un hecho que debiera estar presente en muchas de las decisiones de los profesionales de la arquitectura, si queremos ayudar a frenar de una vez por todas el deterioro del Planeta.