Hay dos tipos importantes de células solares. Por un lado están las de silicio cristalino, que son más eficientes y caras. Por otro tenemos las células de silicio amorfo, que son menos eficientes, más baratas, pero también más delgadas y adaptables. Una investigación en la Universidad Técnica de Delft (Holanda) demostró que empleando hidrógeno en la producción de células de silicio amorfo, aumentaba su eficacia de un 7% a un 9%.
El profesor Gijs van Elzakker diluyó gas silano utilizado para producir las células solares con hidrógeno, y así obtener dichos resultados. De esa manera consiguió una mejora bastante económica.