Este proyecto se llama BIQ House, y se dio a conocer durante la Exposición Internacional de Construcción de Hamburgo (Alemania). Fue el primer edificio del mundo con fachada de microalgas, capaz de producir biomasa y utilizarse como una fuente de energía renovable. Estos microorganismos proceden de un afluente cercano del río Elba, y están encapsulados en unos paneles de vidrio. Están colocados en las fachadas sureste y suroeste, y por tanto sirven también para dar sombra al edificio.
La exposición al sol de estas pantallas hace que las algas crezcan rápidamente. Lo hacen según colores cambiantes, y generando energía limpia a partir de un proceso de fotosíntesis, añadiéndola al edificio según el esquema adjunto. El exceso de energía se puede almacenar, o vender a la red eléctrica. Según sus autores, es una tecnología que puede adaptarse a otros entornos.
Este proyecto fue creado por la firma austríaca Splitterwerk, en colaboración con Arup, y otras importantes empresas tecnológicas.
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