El cemento es el material de construcción más utilizado en el mundo. También es el causante del 5% de todo el CO2 que se libera a la atmósfera. Por esos motivos no debe extrañarnos que diferentes equipos de científicos estén estudiando la manera de conseguir un hormigón con menor huella de carbono. Esta vez los avances llegaron desde la Universidad Estatal de Kansas. Allí fueron capaces de desarrollar un hormigón que necesita de menor energía para su fabricación. Se consiguió utilizando residuos de biocombustibles (rastrojo de maíz, paja de trigo y de arroz).
Los investigadores reemplazaron un 20% de cemento portland por subproductos de etanol celulósico. Es un proceso que emplea productos agrícolas no comestibles, y que produce lignina. La nueva mezcla de áridos, agua, y cemento con lignina, dio lugar a un hormigón con una mayor resistencia y durabilidad que el convencional (un 32%).
Este método, aparte de permitir un hormigón que ayude a frenar el calentamiento global, también da salida a estos residuos de la industria de biocombustibles.
Escrito a partir de un artículo en Clean Technica.