Es un error pensar que el coste de la energía solar o eólica supone un obstáculo para acceder a las renovables. Se da un hecho incuestionable: los precios van cayendo cada año. El verdadero freno está en el precio de las baterías, pues son necesarias, debido a que estas fuentes energéticas son intermitentes. No siempre sopla el viento, y el sol se sigue poniendo cada tarde.
El panorama podía cambiar si se consiguiera fabricar baterías más baratas. Eso es lo que proponen Grzegorz Milczarek (Universidad Tecnológica de Poznan, Polonia) y Olle Inganas (Universidad de Linköping, Suecia). Estos científicos pretenden utilizar residuos de la industrial del papel para el cátodo de la batería.
Básicamente, una batería tiene tres componentes: dos electrodos (ánodo y cátodo), y en medio el electrolito, que es el que sirve para conducir los electrones. El electrolito es barato de conseguir, pero lo que hace que la batería encarezca es precisamente el material que se utiliza como electrodo, que requiere metales como el plomo, zinc, níquel, o litio. Si se consigue que los electrodos sean más baratos, se habría superado una barrera más en el acceso a las energías renovables.
Esto estudios proponen una combinación de lignina-polipirrol como cátodo. La lignina es muy fácil de conseguir, ya que es material de desecho de la industria del papel; también es rica en fenol, crucial para la formación de quininas que ayudan a hacer un buen cátodo. El siguiente paso hacia la batería barata sería conseguir materiales de bajo coste para los ánodos, y por supuesto un electrolito biodegradable, con lo que tendríamos la batería ideal (económica y no tóxica).
Escrito a partir de un artículo en Economist.