Investigadores de la Universidad de Tecnología de Chalmers (Gotemburgo, Suecia) desarrollaron un dispositivo fotovoltaico económico e insólito. Para ello emplearon una proteína de la medusa, concretamente la proteína verde fluorescente (green fluorescent protein, GFP) de la Aequorea Victoria.
El proceso se inicia mediante el depósito de dos electrodos de aluminio, con un pequeño espacio entre ellos, sobre un sustrato de dióxido de silicio. Es suficiente una gota de esta proteína en la parte superior para que se ensamble con los electrodos. Cuando se expone a la luz ultravioleta, la GFP absorbe fotones y emite electrones que viajan por un circuito produciendo electricidad.
Se trata de una tecnología bastante parecida a la utilizada en las células solares sensibilizadas por colorante. Pero a diferencia de las células grätzel, las células GFP no requieren de materiales caros para su producción, como el dióxido de titanio.
Foto de marathoniano.