Con el nombre de World in a Shell se dio a conocer el refugio que tratamos en este post. Está basado en un contenedor de carga ‘tuneado’, y sirve como unidad de alta tecnología para vivir/trabajar. Esta estructura se planteó como habitáculo autosuficiente que puede implantarse en cualquier clima. Por eso se diseñó para promocionarse por diferentes lugares del mundo como un laboratorio móvil.
El contenedor, de 20 pies de tamaño, tiene unas amplias puertas laterales, y otra más pequeña en su parte frontal. Todas ellas se pueden cerrar, algo fundamental en climas más fríos. Lo interesante aquí es que el contenedor queda cubierto por una estructura secundaria plegable. De esa manera se amplía la superficie del refugio, permitiendo en su interior configuraciones diferentes, según la función deseada. Para ello son de gran ayuda unos módulos (son los cubos que se pueden ver en las fotos), en los que el usuario tiene acceso a una amplia gama de equipos y aparatos (cocina, ordenador, herramientas, aparato de vídeo…).
Numerosas células fotovoltaicas están repartidas por la superficie que forma la lona plegable, así como una estación meteorológica y dos aerogeneradores. En las diferentes fotografías se puede comprobar que efectivamente estamos ante un refugio de alta tecnología, no sólo por los recursos que aporta, sino además por la manera en la que se ha diseñado (no hay más que fijarse en el suelo técnico).
World in a Shell es un proyecto de Hans Kalliwoda. Más fotos en flickr.