La construcción y uso de los edificios tiene la culpa del 40% de las emisiones de dióxido de carbono. Como el hormigón es el material de construcción más utilizado, el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) realizó un informe analizando su impacto medio ambiental. Es un trabajo publicado por el MIT Concrete Sustainability Hub, como resultado de una investigación de casi dos años.
El informe viene a poner de relieve algo que ya intuíamos: que el hormigón aparte de poder usarse por sus propiedades estructurales, es también un buen material por sus propiedades térmicas. El estudio hace hincapié en todas esas situaciones en las que el hormigón lo podemos emplear para el almacenamiento de la energía solar pasiva. Un ejemplo de ello puede verse en los beneficios de una fachada de hormigón soleada en invierno, con ventanas y aleros debidamente diseñados. Durante el día, serán las ventanas las que dejen pasar ganancia térmica; y durante las horas nocturnas, será el hormigón el que transfiera calor hacia el interior. También es un material con muy buena inercia térmica para los sistemas de calefacción/refrigeración por suelo radiante (paredes y techos). El informe demuestra que estos métodos son más eficientes que los basados en calentar el aire. Todo eso ayudaría por tanto a un ahorro energético en los edificios.
Mientras llegue al mercado el cemento ecológico, habrá que poner más énfasis en la forma de utilizar el hormigón actual. Así podríamos beneficiarnos de sus propiedades térmicas, y compensar en algo todas las toneladas de CO2 liberadas a la atmósfera durante su fabricación.
Artículo completo en el MIT (en inglés).