En una nueva construcción es mucho más fácil conseguir una buena sostenibilidad del edificio. Esto es así porque se podrán tomar decisiones sobre todas las variables necesarias durante la fase de proyecto y planificación. Pero cuando se trata de mejorar las condiciones de un edificio existente, la actuación se reduce a mejorar el balance energético y un porcentaje limitado en sus materiales.
Hacer un estudio térmico del edificio permitirá tener un «mapa» de sus puntos débiles, tales como aislamiento insuficiente, puentes térmicos, condensaciones… Para estos análisis es imprescindible el uso de cámaras termográficas con gran sensibilidad que aporten imágenes de cómo se comporta el edificio energéticamente. Estas cámaras convierten la energía emitida en la banda infrarroja en una señal eléctrica (detector microbolómetro), que a su vez se convierte en una imagen en color, o en blanco y negro. La termografía se produce porque todos los materiales que tengan una temperatura por encima del cero absoluto (0K, -273ºC) emiten esa energía infrarroja.
La imagen termográfica no es más que un mapa de temperaturas, y tiene numerosas aplicaciones. Una de ellas es la auditoría energética en edificios para encontrar problemas de:
- Aislamientos inexistentes o mal colocados.
- Fugas térmicas.
- Humedades.
- Localización de sobrecarga en circuitos eléctricos.
- Inspección de azoteas y cubiertas.
El diagnóstico será más sencillo y preciso, y se podrán abordar soluciones constructivas óptimas para aumentar el nivel de aislamiento y confort. Fuente.
La termografia es un campo con muchísimas aplicaciones, y una de las más importante es el aumento de la eficiencia energética de los edificios.