Si además de estaciones espaciales, tuviéramos megaestructuras en una órbita geosincrónica con la Tierra, puede sonar a ciencia-ficción. Si se llegara a construir algún día el teórico ascensor espacial, estaríamos ante un importante avance que permitiría poner en el espacio exterior satélites, naves, incluso ciudades… Eso reduciría considerablemente el coste y el impacto ambiental de los cohetes actuales.

Pero ¿qué es un ascensor espacial?
Básicamente sería un cable que conectaría una estación espacial en órbita geoestacionaria, con algún punto del ecuador del planeta. Estamos hablando de un cable de 36.000 kilómetros de longitud, que funcionaría como un riel. Dicha estructura estaría en equilibrio, gracias a un contrapeso, situado más allá de dicha órbita. Entonces el cable podría servir como método de transporte entre la superficie terrestre y la estructura espacial.
Los primeros apuntes sobre este concepto datan del año 1895, por el ruso Konstantin Tsiolkovsky. Luego fue apareciendo con más detalle en muchas obras de la literatura de ciencia ficción (Arthur C. Clarke, Charles Sheffield…).

Nanotubos de carbono para el ascensor espacial
El principal reto que tendría que superar un cable de esas características sería resistir la tensión provocada por su propio peso. Pero en la actualidad se está viendo la posibilidad de que los nanotubos de carbono puedan servir para tal propósito. Un equipo del King’s College London dijo haber obtenido avances importantes al respecto que harían posible ‘colgar’ una correa de 36.000km capaz de resistir dichas tensiones. El científico Mark Miodownik se refirió a ello en una conferencia que fue transmitida por BBC4 al finales del 2010. En ella mencionó el descubrimiento de una nueva forma de tejer fibras de nanotubos de carbono que haría posible (en teoría) ese logro. La NASA además prometió gastar unos $3 millones en la investigación del ascensor espacial, y está trabajando con modelos a escala.
Las imágenes son de FlyingSinger.
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