Puede que alguien piense que nada mejor que quedarse “a dos velas” para ahorrar definitivamente energía en casa, aunque esa siempre es una opción, debes saber que aún estás a tiempo de gastar menos en tu factura de la luz.
Aprovechar al máximo la luz natural, no dejar luces encendidas,… eso lo sabe todo el mundo pero, ¿te has levantado del asiento al caer la tarde para subir la persiana? ¿entras en el dormitorio a coger algo encendiendo todas las luces a tu paso? ¿Crees que cambiando a bombillas de bajo consumo es suficiente?
Lo primero que hay que tener en cuenta es que cada zona de nuestra casa precisa de un tipo de luz, en algunas más intensa, en otras estará encendida casi todo el día, y seguro que la bombilla del cuarto de baño es la que más veces se enciende y se apaga.
El color en que estén pintadas las habitaciones influye, así que mejor dejar los colores más claros en aquellas estancias donde más veces estemos (cocina, zonas de trabajo…) pues aprovecharemos más la luz natural. Diversificar los tipos de luces e intensidades es siempre una gran idea, ¿para qué tener la luz del techo del salón encendida si estamos viendo la TV, cuando va mejor un par de luces indirectas y suaves?
La iluminación en zonas de paso (pasillos, vestíbulos) suele estar muy olvidada, siempre es mejor que dispongamos de interruptores conmutados para así poder apagar las luces al final del pasillo, por ejemplo, pero también es buena idea tener unas luces apropiadas que nos iluminen al entrar en las habitaciones adyacentes.
Conviene recordar que la eficacia luminosa de una bombilla es la relación entre la luz que emite y la potencia eléctrica que consume, este dato se mide en lúmenes por vatio. Esta eficacia luminosa difiere considerablemente entre una lámpara incandescente y otra fluorescente, de tal manera que la primera está entre 12-20 lúmenes/vatio, y la segunda en los 40-100 lúmenes/vatio.
Pero además ocurre que una bombilla incandescente sólo aprovecha un 5% de la energía eléctrica para producir luz, el resto se transforma en calor, mientras que las lámparas de bajo consumo (fluorescentes) apenas desprenden calor, aprovechando mucho más la energía.
Conclusión, que podemos ahorrar un 80% de energía poniendo bombillas de bajo consumo, y más aún siguiendo los consejos anteriores. Estas tienen además la peculiaridad de que duran unas 8 veces más, pero no son muy recomendables para lugares con encendidos y apagados frecuentes, pues pierden vida útil.
Así que como ya te estarás imaginando: las fluorescentes no van a ir muy bien en los cuartos de baño, en cambio son altamente recomendables en el resto de la casa. En la cocina, nada mejor que unos potentes tubos fluorescentes.
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