En la cumbre de París (COP21) 195 países establecieron la necesidad de reducir drásticamente las emisiones de gases efecto invernadero. Los vehículos movidos por combustibles fósiles son también culpables de esas emisiones. Así que viendo la gravedad del asunto, todo parece indicar que lo mejor que podría ocurrir es que desaparecieran. Pero eso necesita de su tiempo, y debe ir acompañado de un aumento de coches eléctricos. Además, para facilitar esa transición, los usuarios necesitamos de una extensa (y densa) red de puntos de recarga.
Puntos de recarga para vehículos eléctricos en los nuevos edificios
Por eso surgió una iniciativa de la Unión Europea encaminada a conseguir una normativa que obligue a la instalación de cargadores para vehículos eléctricos (VE) en todo edificio reformado o de nueva construcción. Esa directiva entraría en vigor para el año 2019.
A día de hoy, solo se trata de un borrador, el cual tendrá que debatirse y aprobarse antes de que finalice el año. Se pretende que en el 2023, al menos el 10% de las plazas de aparcamiento en los nuevos edificios de la zona de la UE, tengan punto de recarga para vehículos eléctricos.
Esta iniciativa es consciente del boom por el coche eléctrico que se va a producir en Noruega y Holanda. En esos países se tiene planeado acabar con los vehículos diésel, a partir del 2025.
Además de allanarle el camino al VE, también se está pensando en el V2G (vehicle to grid). Esta tecnología tiene que ver con la posibilidad de utilizar la batería del coche para abastecer a la red. Se realizaría en aquellas horas del día en las que tienen poco aporte las energías renovables. Porque evidentemente nada de esto tiene sentido si no va unido a un aumento en la producción de energía limpia. Y es que ya no queremos más centrales de carbón, y las que hay deben desconectarse.
Escrito a partir de un artículo en The Guardian. Fotos de EG Focus, y Pete.