
Si reciclar contenedores de carga está siendo algo habitual en la arquitectura sostenible, e incluso hasta hemos visto silos convertidos en viviendas, ¿por qué no hacerlo a partir de aviones fuera de servicio? A esta conclusión llegó Francie Rehwald, una excéntrica mujer que se está construyendo la casa de sus sueños en unas 22,26 hectáreas de las colinas de Malibú (California).
Wing House, así se le llama a la residencia, utiliza un Boeing 747 jubilado comprado por $35.000, cortado en partes y trasladado al lugar por camiones y helicópteros. Es de suponer que los gastos de transporte han sido muy superiores a los de la chatarra aeronáutica, pero antes de todo esto el proyecto tuvo que ser aprobado por la FAA para que NO se confundiera con el lugar de un accidente aéreo.
Los diferentes trozos del boeing se reparten en siete estructuras: las alas se emplean en parte de las cubiertas de la casa principal, la cabina del piloto en pabellón de meditación, la cubierta de cabina de pasajeros de primera clase es utilizada para la casa de huéspedes, la parte inferior del fuselaje (bodega de carga) sirve para una granja de animales (en peligro de extinción)…

Teniendo en cuenta que para generar una tonelada de aluminio se necesitan 4 de mineral de aluminio y 0,5 de combustible, la producción de aluminio a partir de material reciclado consigue reducir el coste en un 90% (menos materiales, combustible y CO2). El 747 tiene unas 68 toneladas de aluminio, pero una casa con la estructura de madera y acero es mucho más respetuosa con el medio ambiente que ésta Wing House, que recordemos ha empleado también hormigón.

La Wing House es un proyecto del arquitecto David Hertz, y se espera que esté terminada a finales de 2010. Visto en TreeHugger.
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