Las cubiertas ajardinadas ayudan a mantener frescos los edificios, y al control de la escorrentía del agua. Son más agradables de ver, pero cuando se trata de un edificio existente supone enfrentarse a varios retos. Y esos retos se complican si no se es el propietario del edificio. Ese fue el caso de la compañía ESRI Canadá para sus oficinas en Toronto, cuyo trabajo de jardinería fue realizado por el arquitecto paisajista Scott Torrance.
Primero se resolvieron los problemas de acceso, y las limitaciones de peso admisible en esa planta del edificio (la novena). Luego se optó por elementos prefabricados que ayudaran a una rápida instalación, y que además fueran fáciles de levantar sin dañar la cubierta. Podríamos decir que también es un sistema portátil, porque se puede quitar y poner en otro lugar.
El resultado final permitió que las ventanas del edificio se pudieran seguir limpiando como siempre, dejando un camino de grava. El resto del jardín fue dividido en zonas, ya que ESRI no quería que cualquier persona que estuviera deambulando por la cubierta pudiera perturbar las reuniones de sus oficinas. Por eso Scott creó «salas al aire libre» que reflejaran los espacios interiores.
Debido a que el jardín se hace sobre un forjado existente, la profundidad de los elementos no supera los 10-15 cms, lo que limita la variedad de la plantación y la localización de material pesado. Por eso se pusieron las cargas más grandes sobre los pilares. Con todas estas limitaciones, el resultado final quedó impresionante.
Scott estudió los proyectos de revitalización frente al mar en Barcelona, y para la Exposición Universal de Sevilla, ambas en 1992. Más información en el sitio web de Scott Torrance.