Millones y millones de ladrillos se fabrican cada año en el mundo, siendo responsables de la emisión a la atmósfera de unos 800 millones de toneladas de CO2. Se debe principalmente a los combustibles fósiles utilizados durante su proceso de cocción. Simplemente este dato debiera preocupar a todos los profesionales de la arquitectura, y provocar que fuéramos los primeros en promover el uso de los ladrillos ecológicos, como los fabricados con la tecnología bioMASON.
Para hacer posible este novedoso material, se utilizaron microorganismos, siguiendo un proceso patentado que emplea también materiales de procedencia local (como la arena). Este procedimiento da lugar a un biocemento™ que tiene las mismas características que el convencional, pero que se puede utilizar como una alternativa sostenible. Estos ladrillos no tienen la huella de carbono del ladrillo tradicional, sencillamente porque se fabrican a temperatura ambiente. Por tanto sin combustible alguno, reduciendo de paso los costes de producción.
El método empleado está inspirado en las estructuras de los corales, tan resistentes como el cemento, pero producidas por la naturaleza a la temperatura del mar. Se creó entonces un proceso parecido a la hidroponía, para alimentar a microorganismos con una solución acuosa que permite endurecer los ladrillos.
Hay más información de estos ladrillos ecológicos en la web de BioMason, la compañía que ha desarrollado esta tecnología. Es capaz de producir materiales de construcción innovadores que son respetuosos con el medio ambiente. Lo hace en colaboración con la Universidad Estatal de Carolina del Norte.