Una vez más, tomando inspiración de la naturaleza se alcanzó un avance tecnológico. En esta ocasión el invento está relacionado con la eficiencia de las células solares. Lo consiguió un equipo de investigadores de la Universidad de Princeton, que se fijó en los pliegues y arrugas de las hojas de los árboles. De esa manera lograron células solares capaces de absorber mayor luz.
Este desarrollo fue posible a partir de un modelo biomimético, realizado con material plástico barato. Durante el experimento se consiguió generar un 47% más de electricidad que un mismo tipo de célula solar con una superficie plana. Por lo visto son las irregularidades en la superficie las que permiten canalizar más cantidad de luz en la célula. Eso provoca una mayor absorción, dándose los mayores aumentos en el extremo del espectro (rojo). En las células convencionales ocurre precisamente lo contrario, ven reducida su capacidad a medida que se acerca a la franja de infrarrojos.
Señalar que estas células solares de plástico son flexibles y baratas. Tienen por tanto un potencial muy grande en diferentes campos. La mayor pega está en que su eficacia es inferior a las de silicio, algo que mejoró el equipo de Princeton.
Más información en Nature Photonics.