
En una propiedad de 5,7 hectáreas de las montañas Catskill (Estado de Nueva York) se encuentra esta joya de refugio en forma de cabaña victoriana, algo insólito en los tiempo que corren, pero que tiene su historia. Con un tamaño de 14×9 pies (4,27×2,74m), sin cocina y sin baño, sirve como espacio de retiro para la señora Foster, habiendo sido ella misma la encargada de su reparación/ampliación, por tan sólo unos $3.000.
La cabaña tenía originalmente unas dimensiones de 9 por 10 pies, con techo a dos aguas, cinco pequeñas ventanas y un loft (altillo) para dormir arriba, más un pequeño porche. Sandy Foster comenzó a trabajar en ella en julio de 2009 quitando algo de la parte delantera con el fin de ampliar el porche con tres columnillas que compró por $60 cada una. Algo similar se hizo con las ventanas, colocó también una repisa de madera de un anticuario, un sofá de mimbre de IKEA que rellenó con cojines y fundas, mientras que el armario del fondo con la porcelana se construyó con maderas viejas y puertas francesas encontradas en un rastrillo.

Probablemente para muchas personas un refugio de este tipo le recuerde más a un trasto viejo en inservible, pero en realidad es una construcción romántica en madera impregnada de recuerdos y con un acabado de pintura cuarteada.

Fotos de The New York Times. Visto en The Tiny Life.
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